04 marzo 2013


Lo de la primera vez...





La mañana pintaba gris, lunes, día de la luna, mal día para gestiones o más bien, cualquier cosa podía pasar. Comenzar a carcajadas, tener luego un disgusto porque explotaron los nervios, salir corriendo a pillar el autobús. Llegar por fin al hospital no sin antes darnos cuenta de lo mal que está conectado este lugar con cualquier otro. Por falta de planificación, te dejas una parte del estrecho monedero. Vas al mostrador: "Arriba, en el primer piso a la izquierda". Subes y vas a la izquierda, esperas, nadie te llama, te confundes o crees que lo que faltaba era que te estuvieran esperando todavía "más a la izquierda". Sigue sin haber nadie para preguntar. Vas a la otra sala y al ratico, aparece alguien que te dice que estabas en el lugar correcto y que vuelvas. Ves alejarse a una enfermera con un bocadillo en la mano. Volvemos a la sala y le pregunto a la gente que estaba allí si habían llamado a alguna chica. ¡Efectivamente!. Estas más que a tu hora pero a la hora en la que te llaman, no estás, "¡hay que joderse!", pensamos...

¡Por fin! sale una mujer con bata blanca a la que se le puede preguntar. Sí, efectivamente, la mujer con el bocadillo es su enfermera, en cuanto ella termine su almuerzo, me tocará. Bien, no ha sido peor que lo de darte cuenta que de la estación del tren al hospital había 5 km y lo de ir andando, pues como que no. 

No se cuántos minutos reglamentarios tenía para su "break" pero la de la bata blanca vuelve a salir sin saber porqué su compi no aparece, hasta que aparece. Entramos. Mezcla de nervios, emoción, incertidumbre. A la camilla, se apagan las luces y comienza la hermosa función: minutos de silencio durante el primer acto, la de la bata mira la pantalla, escruta, hace clik, clik, clik, pone "caras" -o yo lo percibo así- respiro hondo. Sigue mirando, asiente, veo que se sabe muy bien su papel, su rostro se torna neutral, sabe que la observo. Son minutos pero parecen horas. 

Segundo acto: entra Wignard, nos enseñan el monitor. Alegría, emoción, risas y un gran brinco, el de la/el bebé que a cada carcajada de su madre, se levanta de un saltico y lleva sus bracitos para arriba, "haciendo la ola", pienso yo dentro de mi bagaje de movimiento. Nos emocionamos mucho, es algo mágico lo que está sucediendo...encienden otro monitor y se escucha un ruidito: pum pun, pum pun, pum pun, y un dibujito de un electrocardiograma en chiquito. Su corazón termina de hacernos saltar y reir a mamá y a papá y a bebé, la unidad familiar al completo, ¡CELEBRAN LA VIDA! La de la bata, como quien no quiere la cosa le dice a la mamá que se esté quieta para poder hacer una buena foto.

Tercer acto: la foto, la prueba de lo más hermoso que me ha sucedido en mucho tiempo...